Por: José Núñez.
Aspirar es una acción o efecto de querer llegar o lograr un objetivo determinado, que puede ir desde lo muy simple hasta algo bastante complejo, y en esos deseos puede existir un obstáculo o varios, los cuales casi nunca están exclusivamente en las manos de los interesados.
Aunque evidentemente que el interés, el entusiasmo, el sacrificio y la preparación de los interesados son elementos de primer orden frente a las metas para alcanzar el objetivo final, porque éste normalmente no está en el control de las personas que lo busca, y cuando se trata de cargos electivos, la decisión es de las mayorías, o sea, va a depender de muchos, que pueden ser; varios, docenas, cientos, miles y hasta millones.
Entonces el tema recurrente de que sí pueden aspirar todos los integrantes de las organizaciones sociales; políticas, religiosas, clubísticas, militares, de juntas de vecinos y cualquier otra que usted se pueda imaginar o crear, a los diferentes cargos o puestos, especialmente a dirigirlas, es un tema de debates, el cual se mueve entre realidades y sueños platónicos.
Porque a menos que no sea a la salvación divina y eterna que el señor Dios abre para todos sin distinción de raza, sexo, color de la piel, edad, estatura, belleza ni de posiciones económicas, la realidad nos indica que hasta reuniendo muchas de las condiciones o todas para una aspiración o cargo determinado, existe casi siempre uno o varios obstáculos que impiden llegar al objetivo trazado.
Incluso para cosas de interés personal o exclusiva, como por ejemplo querer estudiar una carrera universitaria, si la persona es muy pobre por ejemplo, éste con las condiciones intelectuales más que suficientes, por la misma ser de alto costo y que se lleva unos años considerables, la lógica nos dice, que si no recibe un apoyo especial, tipo una beca full o casi full, lo prudente, lo lógico es que se piense en una carrera técnica o de menores costos y tiempo, por lo menos hasta que las condiciones económicas del interesado se fortalezcan.
En este contexto, caemos en el populismo de muchas organizaciones políticas, que a la sazón del tema, por existir diferentes espacios para aspirar y diversidad de personas, tanto en la formación cultural como en su posición socioeconómica, es donde observamos con mayores frecuencias los espectáculos de los aspirantes soñadores y que son arrastrados constantemente en lo que podemos denominar sueños filosóficos, es decir, sin posibilidades.
Por eso hay que ser consciente y aunque usted tenga las condiciones, la preparación y el talento, conjuntamente con un espacio ganado mediante el trabajo y el tiempo institucional de militancia, evite convertirse en un ingenuo aspirante en las organizaciones partidarias, donde usted sirve poco menos que una masa para devorar, independientemente de que las mismas sean para un cargo interno o externo.
Por lo tanto, si después de usted pasar los requisitos básicos magna cum laude de una aspiración, y al revisar su presupuesto, el equipo que lo apoya, el momento político, el tipo de organización y la sociedad, que van desde las que evalúan por las capacidades hasta donde las posibilidades de éxito se mide por los sobrecitos o el boroneo de los aspirantes, usted fríamente sabrá si está sirviendo de carne de cañón o sus intenciones pueden hacerse realidad.
Debe estar consciente de que si no está blindado en cada uno se los flancos, solamente tiene dos cosas seguras, el figureo de ser un ex aspirante y una derrota garantizada y certificada.
Por eso es que sin temor a errar, es falaz y platónico el que todos los integrantes de una organización del tipo que sea pueden aspirar a todos los cargos, y cuando es para los puestos cabeceras, el asunto se presenta más abismar.
En definitiva, si las aspiraciones son electivas, especialmente en una organización política, sin importar que las mismas sean internas o externas, por los costos que implican, ahí si es verdad que las cosas se ponen color de hormigas, se tornan grises.
Por eso no hay una falacia más grande en las organizaciones de masas que la argumentada por muchos; ¡pueden aspirar todos…!